Comprender que estamos en constante cambio, nos permite vivir libre de ataduras al Yo Soy. Decir Yo Soy “algo” limita nuestro campo de existencia a ese “algo” que al sentirlo absoluto e inamovible puede ocasionarnos sufrimiento.
Pongamos en práctica la sencilla filosofía de vernos a nosotros mismos como una experiencia en constante movimiento.